martes, 17 de septiembre de 2019

Una aventura con "Tirinea". Por Analiz Delgado


En la aventura que nos sumergimos el viernes pasado, logramos admirar el más profundo detalle de la experiencia. Comenzar por salir a las 12:00 p.m del colegio, sintiendo la adrenalina al ver llegar de lejos al Puma Katari, correr mejor que en una clase de psicomotricidad, con entusiasmo para poder alcanzar el bus en su parada.  Subir esas escaleras que relucían y pasar a los asientos traseros para compartir una obra muy especial: Tirinea escrita por Jesús Urzagasti, de la que celebramos sus 50 años.

Comenzamos a leer en el Puma, con temor, para aquellas personas cuyo rostro veíamos por primera vez. Con el paso de los minutos, logramos compartir unas cuantas páginas con la gente. Pero, como en toda aventura existe un villano, en este caso la señorita que cobraba los pasajes nos llamó la atención por compartir esa experiencia de leer en voz alta una obra. Por temor a sus superiores, prefirió tomar la ruta segura de llamarnos la atención y no arriesgarse. Este es un ejemplo, pero existe otro: por la avenida Hernando Siles nos cruzamos con otro Puma Katari en el cual otro grupo de nuestros compañeros, realizaba el mismo trabajo pero en ese caso la señorita y el conductor no se molestaron porque algunos estudiantes compartan un poco de arte con los pasajeros.

Llegando a nuestra última parada en San Pedro, tomamos rumbo a la iglesia de San Francisco donde dimos lectura a la multitud, uno que otro escuchaba con atención. Pero hoy en día las personas toman atención a sus aparatos electrónicos, no los culpo es una adicción. Ya llegaba la hora del almuerzo, nos fuimos rumbo al Mercado Lanza para poder disfrutar un delicioso api con pastel. Ya habiendo terminado de comer, fuimos al Mercado Camacho, donde fue un punto de encuentro para poder regalar los libros a las personas interesadas. Por último, llegó la hora de despedirnos, cada uno de nosotros partió a casa.

 

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