martes, 16 de junio de 2020

Un viaje invisible - Joshua Rueda 6P


Un día me encontraba en un muelle, a pesar de la cuarentena me dirigí hacia allí. Pude observar una ballena, pocos segundos después me daría cuenta que no era una ballena sino un submarino en forma de pez. Me subí a él y quedé atrapado; un cinturón se me puso muy ajustadamente y el submarino avanzó rápidamente y se hundió. Una vez que el submarino se hundió muy profundamente, saqué una barra de chocolate, partí un pedazo pequeño y comí. Sin darme cuenta me había dormido y cuando desperté el vidrio del submarino estaba roto y mi cabeza sangraba. Me levanté y el cinturón también estaba roto, salí del submarino y vi que estaba en una isla; al ver al submarino parecía tener rasguños y mordidas, saqué un espejo del submarino y mi frente también tenía un rasguño, pero por alguna extraña razón no sentía dolor alguno. Sin darme cuenta me había perdido. Una voz me preguntó: “¿Estás perdido amigo?”. Volteé y había un esqueleto. Ahí me caí del susto y él me ayudó a levantarme. Me dijo que no debería andar solo por la isla porque en ella vivía una criatura horrible que se alimentaba de seres vivos, sin contar con las plantas. Me mostró cada rincón de la isla, pero llegamos a una enorme cueva. Le pregunté qué era  eso y me respondió con voz aterrorizada: “Mejor no preguntes.”

Me llevó a una casa encima de un árbol, ahí me dio una sopa morada con sabor agridulce y dijo: “Aquí estaremos a salvo de él, digo mañana te llevaré a tu casa.” Se hizo de noche, mientras el esqueleto dormía yo pensaba quién era “él”, salí de la casa y me dispuse a encontrar la misteriosa criatura. Llegué a la gran cueva y de tan solo mirarla, me helaba de miedo. Quise  entrar pero vi dos ojos morados enormes y brillantes mirarme, hubo un rugido tan fuerte que hasta se cayó un árbol, salí corriendo, escuchaba pasos correr detrás de mí y no volteaba porque sabía que era algo muy peligroso. El esqueleto vino y me atropelló haciéndonos caer dentro de un arbusto y me dijo: “¡Por qué lo despertaste! ¿acaso estás loco?”. Le pregunté qué era y me dijo que era un gólem que se comió a sus amigos y a los otros habitantes de la isla y me dijo que la única manera de detenerlo era dejarlo sin comida (personas y otras criaturas). Entonces esa noche nos fuimos en un barco a vela. Me volví a dormir sin darme cuenta y, cuando desperté, estaba en mi cama; fui corriendo al muelle pero ahí solo encontré el barco en el que me llevó el esqueleto. 








2 comentarios:

  1. Que genial esta este cuento, muy interesante ( soy Tamara por si acaso)

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  2. Que genial esta este cuento, muy interesante ( soy Tamara por si acaso)

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