martes, 16 de junio de 2020

El viaje invisible - Fernanda Gonzáles 6P



Cuando desperté en la mañana, me vino como un deja vu. Sentía que ya había despertado de esta manera. Sabía que me había soñado algo increíble, pero el problema era que no recordaba qué era, eso sí, había sido algo de lo más increíble y mágico. No le di importancia, y empecé mi día como cualquier otro. Ya era de noche, mi día se había ido tan rápido, pero eso no me sorprendía porque últimamente mis días son así de cortos y normales, tan normales que no puedo recordar ni qué comí ayer, eso se debe a que siento que el almuerzo no es la parte más importante de mi día. La única parte en la que existe algo de magia, es a horas muy tarde de la noche, cuando toda mi familia se reúne a ver una película o serie, comiendo lo que más me gusta, las frituras. Es mágico porque me hace pensar en las salas de cine, donde todos los conocidos, familias y amistades se reúnen para hacer algo que a todos nos gusta hacer, ver películas con la familia. Todos reunidos en un sólo lugar, compartiendo la comida y la actividad. Lo malo es que no pasa todos los días. Hay que esperar el fin de semana para experimentar esa magia. En fin, ya era de noche y me fui a acostar. Me dormí profundamente, más rápido de lo que acostumbro, y eso que no vi mi serie antes de dormir, ni siquiera me puse una película como acostumbro hacer sola, cuando el sueño no me llega.
           Cuando[2]  desperté, momento, ¿desperté? No puedo decirles si sabía que estaba en un sueño o no en ese momento. Todo parecía real y a la vez no. No estaba consciente de eso. Digamos que desperté, pero había algo diferente esta vez. Seguro éste será uno de esos días especiales, pensé. Frente mío, había una burbuja gigante, pero una burbuja tal como la que se hace con jabón y agua. Sentía mucha curiosidad, pero eso sí, también me dio algo de miedo. Eso no es algo que se ve todos los días. Entonces entró mi hermanito y le dije ¡Mira!, apuntando donde se encontraba la enorme burbuja. Pude notar que mi hermanito no parecía verla. Después llegó mi perrito Tincho, también intenté mostrársela y al igual que mi hermano, él no parecía verla. Es un perro, ni debe saber que le estoy diciendo, pensé. Entonces estuve a punto de llamar a mis papás, para mostrarles la burbuja, pero algo interrumpió mi grito. Mi  hermanito había traspasado la burbuja como si nada y ésta siguió ahí, como si nada, no reventó. Mi hermanito, al parecer, seguía sin notarlo, entonces me acerqué a la burbuja y cuando estiré mi mano para tocarla, de repente me encontré dentro de la burbuja. La burbuja comenzó a moverse conmigo dentro y, de repente, traspasó la ventana. Miré hacia abajo y sentí que me iba a caer pero no, estaba flotando dentro de la burbuja. Y luego ocurrió algo demasiado loco como para creerlo. Pude verme a mí misma a través de mi ventana, en mi cama. Y mientras la burbuja se alejaba, me veía a mí misma teniendo uno de de esos días normales; pude ver cómo me despertaba, me vestía e iba al baño para asearme. De repente ya estaba muy lejos como para poder verme. Estando ahí, ya se me vino a la mente que eso era un sueño. Pude ver toda mi zona desde arriba, las calles estaban muy vacías por la cuarentena, y yo era la única libre ahí.  Después de ver con detalle mi zona, vi la tienda cerrada y pensé, ¡Cómo se me antoja unas papas fritas! Y, de la nada, apareció una bolsa de papas fritas en mis manos. No le di importancia a lo que pasó después. Pensé… ¡Cómo quisiera acompañar esta bolsa de papas fritas con una película! Y, de la nada, apareció una pantalla, sin nada que la sujete, era como un holograma, y pude ver en la pantalla cómo estaba empezando la película en la que había pensado. Entonces entendí que la burbuja mágica hacía todo lo que yo quería o pensara.
Ahí fue cuando mi mente se abrió y pensé en grande. Dije, ¡llévame a Japón!, y al parecer la burbuja me escuchó, porque empezó a avanzar hacia otro lado. Después de una hora salimos del país. Básicamente estaba viajando por todo el mundo. Pude ver cualquier cantidad de paisajes y animales, estatuas famosas; la torre Eifel, la dama De la Libertad y todo mientras veía una de mis series preferidas y comía mis comidas favoritas. Entonces, por un momento pensé… Qué tal si bajo a saludar a alguien, le puedo pedir a la burbuja mágica que me haga hablar en el idioma de esa persona para que me entienda. Y antes de que pudiera decir mi idea, ya estaba abajo. Me topé con una chica, era joven y tenía el pelo negro, llevaba un abrigo café que no parecía de esta época. Cuando me puse frente a ella, ésta, atravesó mi burbuja, me traspasó como si nada. Entendí que nadie más podía verme, era invisible. Y regresé a la altura en la que estaba, no muy lejos del suelo para no perderme nada. Continué mi viaje hasta que llegué a mi destino, todo era mejor de lo que imaginé, todo estaba lleno de tecnología. Le pedía a la burbuja lo más moderno de Japón y ella me lo entregaba en las manos. Después de verlo, toda mi mente fue más lejos, me preguntaba qué había antes del big bang, qué hay en todo el espacio exterior, qué hay en lo profundo, lo más profundo  de los mares donde nadie llegó, por qué soñamos, ¿existen los dioses?, ¿podré curar todas las enfermedades?, y ¿pediré la paz mundial?  Todo el conocimiento que nadie tiene estaba en mis manos. Y antes de que la burbuja mágica pudiera decirme la verdad de todo, me desperté y comencé otra vez mi día normal, esperando el fin de semana y que termine la cuarentena. Después de todo, había olvidado que todo era un sueño.
FIN







2 comentarios:

  1. ¡Muy buen cuento! Me hace dar ganas de comerme unas frituras frente a una buena película.

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