Una aventura con "Tirinea". Por Analiz Delgado
En la aventura que nos sumergimos el viernes pasado, logramos admirar
el más profundo detalle de la experiencia. Comenzar por salir a las 12:00 p.m del
colegio, sintiendo la adrenalina al ver llegar de lejos al Puma Katari, correr
mejor que en una clase de psicomotricidad, con entusiasmo para poder alcanzar
el bus en su parada. Subir esas
escaleras que relucían y pasar a los asientos traseros para compartir una obra
muy especial: Tirinea escrita por Jesús
Urzagasti, de la que celebramos sus 50 años.
Comenzamos a leer en el Puma, con temor, para aquellas personas cuyo
rostro veíamos por primera vez. Con el paso de los minutos, logramos compartir
unas cuantas páginas con la gente. Pero, como en toda aventura existe un
villano, en este caso la señorita que cobraba los pasajes nos llamó la atención
por compartir esa experiencia de leer en voz alta una obra. Por temor a sus superiores,
prefirió tomar la ruta segura de llamarnos la atención y no arriesgarse. Este
es un ejemplo, pero existe otro: por la avenida Hernando Siles nos cruzamos con
otro Puma Katari en el cual otro grupo de nuestros compañeros, realizaba el
mismo trabajo pero en ese caso la señorita y el conductor no se molestaron
porque algunos estudiantes compartan un poco de arte con los pasajeros.
Llegando a nuestra última parada en San Pedro, tomamos rumbo a la
iglesia de San Francisco donde dimos lectura a la multitud, uno que otro
escuchaba con atención. Pero hoy en día las personas toman atención a sus
aparatos electrónicos, no los culpo es una adicción. Ya llegaba la hora del
almuerzo, nos fuimos rumbo al Mercado Lanza para poder disfrutar un delicioso
api con pastel. Ya habiendo terminado de comer, fuimos al Mercado Camacho, donde
fue un punto de encuentro para poder regalar los libros a las personas
interesadas. Por último, llegó la hora de despedirnos, cada uno de nosotros partió
a casa.
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